Tiempo

Son dos segundos.

Dos eternos segundos.

Me separan del fracaso

o del triunfo.

Dos segundos que me invitan

a soñar.

Dos segundos que pueden dejarme

a la deriva

como un barco sin timón.

Dos segundos

que pueden condenarme

a una ilusión.

Son dos eternos segundos.

Dos malditos segundos.

Limitan el pasado

y el futuro,

ya ahora presente,

en el que mis labios

se ven teñidos de tu rouge carmín,

y en el que mi rostro

recobra el aliento

al darse cuenta que tu sonrisa

no quiere partir.

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