Mientras la pluma se mantenga encendida las palabras del poeta deben arder sobre la hoja hasta que el lector quede ciego. Humberto Akabal Entradas relacionadasFederico en su balcónviernes 12 octubre, 2012La encrucijada argentinalunes 12 noviembre, 2012La muertelunes 16 julio, 2012 Entrada anteriorEl cielo de mi puertaSiguiente entradaEstos Poemas