La pecera es su pequeño mundo,
el agua su existencia total,
el sol su única salvación
en la triste y oscura soledad.
Suplican por una compañía, un hola
Exigen algún día vivir en libertad.
Lloran, pero nadie ve sus lágrimas,
nadan, sin rumbo y con pesar,
miran, a través de sus cristales
el mundo que los ha de rodear.
Sólo comparten sus tardes
con ostras y algas que quieren escapar.
Extrañan un apoyo, una ayuda.
Siguen sin rumbo y con pesar
nadando, nadando,nadando
esperando algún día
gritar: «libertad»