Traviesas, siempre tibias
energía permanente
las enciende.
Son las que se unen
en la oración,
las que enhebran la ronda
Se estremecen en el abrazo
en la catarsis de un cuento
cuando acerco un plato
a la mesa
en el desayuno,
en la sorpresa
que da una arruga
frente al espejo.
Mis manos son silincios
recogimiento,
las alas de la palabra
como viento.