TRIUNVIRATO

Y esta calle

de tierra y de carros

de huellas hondas

como cicatrices.

 

Calle de gringos

de gallegos,

de turcos

de polacos

y lituanos

de hombres y mujeres

convocados

por la adversidad

en esta tierra

en esta calle

en esta latitud de sueños

 

se hicieron uno

y como concubinos

ardientes

estrenaron ingenuidades

y se prolongaron en hijos

que andaron en la tierra

de una calle

que hizo su historia

de memorias

y de olvidos.

Que crecieron jugando

mezclados con gorriones

árboles y zanjas

de esta Triunvirato

de números extravagantes

en sus puertas

donde convive el quinientos y pico

con el mil y algo

en dos cuadras extendida

o en una sola

si salteamos Jenner

la cortada.

 

 

Y allí en la punta

de la calle

el guitarrista

de camisa blanca y tiradores

de lacio y de gomina

ensayaba su canto

y se me ocurrió

una milonga

como extraviado

homenaje

de fuelles olvidados

 

 

«ninguna historia la nombra

ni es importante su dato

dos cuadras tiene mi calle

y se llama Triunvirato..»

 

y aquel guitarrista bohemio

inserto en vidas laboriosas

 lucía como un mantel de seda

en las mesitas chuecas de madera

 de todos los días.

 

 

Inmensa quinta

de cielos plenos

de soles y de lluvias

del viejo arroyo Ludueña

que cruzaba

en tajo la avenida

entubado

arteria oculta

que se trago el río

que dio batalla desde abajo

que gritó inundaciones

 

hasta que se agrandó el entierro

con tubos gigantescos

y el vacío generó

espacio multiplicado

para que ya no diera

 

s lugar al empacho.

Empacho que tuvo

cintas

y rezos

con doña Pepina

curandera impotente

para evitar

las inundaciones

imágenes en sepia

del miedo y la memoria

de hombres y caballos

de autos

 

de carros

de muebles

que se fueron desordenados

mezclados en ramas

barro y vajilla

Torrente y calle

o, veredas y techos

conjugaban el delirio

fotos de historias

que se fueron

rostros y paisajes

que disolvió el agua

o desechas por el moho.

Noches y días solidarios

 

 

En el después

siempre hay un sol

y la bandera de los sueños

siempre hondeando en los techos

del alma.

 

 

Convención de sillas

y sillones desparejos

en la vereda del verano

junto al pasto verde

 

que ahuyentaba los mosquitos.

Y los juegos

juntaban en las veredas

de tierra y de ladrillos

cabecitas rubias,

cabellos negros

vivaces ojitos celestes,

verdes

grises o pardos

En la calle un mundo

multiplicando semillas

nuevas a historias tan distantes

hermosas, dolorosas y sencillas.

Juegos

y las bolitas de barro

de colores opacos,

andaban entre el coqueteo

de las redondas de vidrio

mientras el bolón de acero

se acerba amenazante

tan monstruoso

y tan temido.

Y las tardecitas

que se hacían cielos estrellados

 y los grillos cántandole

al silencio

y los bichitos de luz

pintaban de luces el aire

Y las copas de los árboles

como grandes techos verdes

y las casas de pasillos largos

que no perduran

con alma de conventillo.

O casitas como cajas

de madera

con gorro de chapa acanalada

limpias

y con verdes de helechos

 y malvones.

Sueños de muchachas

que nos esperan

en las sombras de la memoria

de tiempos idos.

Casamientos

de blancos y largos vestidos

que besaban las despareja veredas

Un juego de ilusiones

de metas y partidas,

flores marchitas

y amores duraderos

y los hijos que gatearon

Triunvirato

y que se fueron lejos.

Vecinos e historias

innumerables

testimonio de aquellas horas

que habitan en la vida

cotidiana

como duendes

que regalan luz

como un faro encendido.

 

Y llegó el pavimento

alfombra gris

escalando alto

desde el boulevard

Y Rondeau se hizo avenida

Y la farmacia de Orlando

impertérrita

igual

en su curva de ladrillos vistos

puerta de Triunvirato

en la esquina

despidió a los tranvías

que apenas hoy dibuja la memoria

con perfume de jazmines y glicinas

y los patios

los macetones,

los jardines al frente

de alambrados

vencidos y panzudos

que se colgaron del aire

sostenidos por una puerta

con marco de hierro

y cuerpo de tejido,

Y la imagen azul

del mameluco de brin

de Don Camilo

que miraba en cada atardecer

su reloj siempre puntual

que le indicaba

el momento preciso

de escalar la columna

de hierro

de la esquina

para subir la palanca

que ilumine las calles del barrio

al final de cada día.

 

Y cuantos rostros

abuelos,

tíos dispares

líos y alegrías de familia

suelta de palomas

en la memoria.

Y sueños adolescentes

y amores que olvidaron nombres

pero que memorizaron rubores

besos tímidos

furtivos.

Adioses que no tuvieron

regresos…

Y casas que se desplomaron

 y gente que se las traga el olvido.

 
Y niños

y juegos

 y nuevas historias

 que serán ayeres

 Todo está vivo

 sorprendente

 estrenando cada día

 

«Ninguna historia la nombra

ni es importante su dato

dos cuadras  tiene mi calle

y se llama Triunvirato «,,,

 

 Perfume de sueños

 y sueños que viven

Vieja calle de mi viejos

mi calle

y la de mis hijos

patria del barrio

hermosa y radiante

fresca e ingenua

bella y pequeña

eterna

en el festejo de cada mañana

con el mate

y la silla

que se niega a esconderse

como esperando

en la puerta

la llegada

 de algún vecino.

 

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