Y nadie nos ve

La llama de nuestra sangre arde,

inapagable

a pesar del viento de los siglos.

 

Callados,

canto ahogado,

miseria con alma,

tristezaacorralada.

 

¡Ay, quiero llorar a gritos!

 

Las tierras que nos dejan

son las laderas,

las pendientes:

los aguaceros poco a poco las lavan

y las arrastran a las planadas

que ya no son de nosotros.

 

Aquí estamos

parados a la orilla de los caminos

con la Mirada rota por una lágrima..

 

Y nadie nos ve.

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