Siesta

Estabas corazón tejiendo soles,
como dormida en brazos
de la siesta.
Aguja, manos, lana.
Iban y venían,
mientras se estiraba
el mediodía desesperezándose
sobre la mesa.
Migas, panes abundaban
en callada sutileza,
mientras en el bolsillo
de una nube viaja la tarde
en un adiós
que ya no espera.

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