Manitas vacias

Niños y juegos, jardín y rueda
palomitas oscuras de miradas tiernas.
La risa es una lágrima que suena
y que canta
es otro instrumento de la pena.
Armarios y colores,
papeles cortados,
dibujos que dicen palabras ausentes
gritos pintados,
mensaje estridente que calla
y que juega al juego
que juegan,
al sueño que pinta esperanzas
tan buenas.
Y ese jardincito y esa maestra
que enseña, que corta y recorta
hasta noches enteras
uniendo en el piso los enormes paños
con dibujos de niños que en la mañana
regresa a la escuela.
Y todo es tan poco, juntando entre todos
los bolsillos acumulan tercas propuestas;
dos tizas, un remiendo
un crayón, tres papelitos
muchos sueños, un alfiler de gancho,
una escarapela.
Figuras recortadas, revista y cuaderno.
la casa rosada, un presidente,
un ministro y una niña
de trenzas muy negras le habla a la maestra
señala el recorte y dice lo que piensa
–Seño… Estos son los que nos quitaron
la leche en la escuela,
y los que le robaron a mi papá el trabajo.
La maestra en silencio sabe que estos niños
no son como aquellos..
Que estos niños no saben de hadas
de principes, de castillos encantados.
Ellos saben de pisos de tierra
de sueños que no llegan
de esfuerzos que no alcanzan.
De trabajos que se dejan
por un rato, para ir a la escuela
y el doloroso cuento
de todos los días, sin sedas
sin brillos, sin nada en las manos
pequeñas, vacias, de color de tierra.

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