Gregorio Zeballos

Puede empezar (o seguir o terminar) siendo una boca sonriente, una cabeza de perro, una mano enjoyada.
Puede empezar (o seguir i terminar) siendo un malevo, un payaso, una prostituta. Si ni tuviera yo tanta resistencia a montarme en las modas, me sentiría tentada  a recordar a Delluze. Los personajes de Gregorio se pliegan y se despliegan en un automatismo( casi lo aseguraría) conformando un mundo, que me sugiere la palabra humanógico (zoológico de humanos animalizados y animales humanizados).
Caballos que emprenden una carrera y se arrepienten, se mancan, retroceden. Mujeres  cronificadas en su inocente impudicia. Parece un relato de los márgenes, a primera vista, pero se trata de la comedia humana anecdóticamente coloreada. Digo anecdóticamente porque aquí la vedette es el dibujo; el dibujo insistente, invasivo, barroco. Y así las líneas fluyen como si el artista no pudiera hacer otra cosa  que hacerlas nacer y en el mismo instante, ponerlas en libertad.

Ana María Rico
Prof. De Historia del Arte
Facultad de Humanidades y Artes
U.N.R

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