Emilia Isabel Bertolé nació en El Trébol, provincia de Santa Fe, el 21 de junio de 1896. Rosario, Peyrano, Máximo Paz y hasta un campo en La Pampa son los escenarios fugaces donde suceden las desventuras económicas de los Bertolé.
Hacia 1905 los Bertolé se establecen en Rosario por segunda vez. Emilia abandona la escuela primaria para pasar a ser instruida directamente por su madre y estudia en el Instituto de Bellas Artes Doménico Morelli, del profesor italiano Mateo Casella.
En 1915, envía tres obras al Salón Nacional de Buenos Aires. Se trata de la primera prueba exitosa de Bertolé en el exigente círculo porteño: uno de los envíos gana el Premio Estímulo del Salón. Al año siguiente, 1916, viaja a Buenos Aires a realizar un encargo preciso: pintar un retrato de la mujer de Gregorio Aráoz Alfaro, un prestigioso medico a quien Francisco Bertolé había conocido en Rosario y entusiasmado con el talento de su hija menor.
De este modo, Emilia inicia una vertiginosa carrera de retratista profesional, pero que también da comienzo a un conflicto interior: el trabajo por encargo supone una quita de tiempo a su trabajo como artista. Ya instalada en Buenos Aires, envía al Salón Nacional el retrato de la señora Aráoz Alfaro y una obra personal: Mi prima Ana. El jurado acepta ésta y rechaza aquél, señalando la íntima bifurcación que, en su obra, se producirá entre oficio y arte.
Amiga de Alfredo Bufano, Alfonsina Storni y Horacio Quiroga, Emilia frecuenta la bohemia porteña y forma parte del grupo Anaconda, liderado por Quiroga quien, además, se enamora de ella. No será el único ni el primero en ser rechazado por una mujer de belleza “obsesionante”, según la describe uno de sus admiradores.
En 1927 publica su único libro de poemas, Espejo en sombra, que, si por un lado responde a las convenciones tardorromanticas que habían dado su nota más alta en la poesía postmodernista de fines de la década anterior, por el otro es un preciso fiel de su personalidad artística, de su sensibilidad sobre todo visual, que encuentra en los colores el correlato simbólico de los estados de ánimo.
Durante la larga década del 20, Bertolé lleva una vida al tiempo mundana y laboriosa. Pero en los años 30 prácticamente desaparecen los encargos y el fantasma de la pobreza vuelve a asolar a los Bertolé. Emilia amplía entonces las fronteras de su oficio y comienza a ilustrar las tapas de las revistas El Hogar y Sintonía.
Dos circunstancias precisas —la muerte de su padre y el declive definitivo de la demanda laboral en Buenos Aires— hacen que la artista vuelva a instalarse en Rosario en 1944.
Emilia muere, en 1949, a los 53 años, dejando una obra que, en su mayor expresión, ocupa un lugar singular en la historia del arte argentino.
Ver sus poesías: https://poesiaviva.com.ar/author/emilia-bertole
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