Por Verónica Chiaravalli | LA NACION
En esos encuentros multitudinarios que aquí y en el mundo suelen organizarse como ferias del libro, ocurren hechos que no merecen caer en el olvido pero que la fugacidad de las cosas deja al margen del registro diario. Para subsanar ese desacierto la Fundación El Libro ha tenido una buena idea: junto con la editorial Teseo, compiló en un libro electrónico, que ya se ha publicado, las ponencias, preguntas y opiniones que, durante la edición 2012 de la feria y en el transcurso de once reuniones sucesivas, intercambiaron cuarenta y siete escritores y periodistas de distintos países en el ciclo que ahora también da nombre a la publicación: Diálogo de escritores latinoamericanos .
Entre los participantes, distintas generaciones, estéticas y nacionalidades: Selva Almada, Félix Bruzzone, Oliverio Coelho, Marcelo Cohen, Carlos Cortés, Alejandra Costamagna, Alejandro Zambra, Iosi Havilio, Martín Kohan, Guadalupe Nettel. Entre los temas, algunas cuestiones ineludibles en estos tiempos (la influencia de las redes sociales y los adelantos tecnológicos en la escritura, las tensiones entre las distintas variantes del español), pero también las bestias negras de siempre: una geografía que trasciende su condición de escenario para pesar como tema dominante -muchas veces animada por los resabios del realismo mágico- en la novelística de la región; la presencia de la política en la literatura; la relación siempre conflictiva de los creadores actuales con el panteón que, desde los tiempos del boom , integra el canon, y aun con la posibilidad misma de establecer un canon nuevo.
De la lectura del libro emergen diferentes visiones de América Latina. Una de ellas, la más potente entre los escritores, es la que se trama con nuestras experiencias como lectores más que como circunstanciales viajeros, experiencia a veces esquiva, coinciden los autores, dado que la relación entre las literaturas de la región no es (paradójicamente, en tiempos de la gran Red) reticular, sino radial, con España como nudo de redistribución. En ese sentido, Martín Kohan señaló que en estas tierras los escritores viajan más que los libros. Claro que no está mal que los escritores viajen, pero el diálogo sería sólo una ilusión «si detrás de esta circulación personal no estuvieran los libros o, más que detrás, adelante, para tomar contacto genuino con los lectores».
Una noche, entre el público surgió una pregunta sin destinatario específico: «¿Qué buscan cuando escriben?». La sencilla respuesta del costarricense Carlos Cortés cortó el aliento en la sala: «Bueno, es una pregunta fácil. Yo escribo para averiguar por qué mi madre me ocultó el asesinato de mi padre. Fue el gran misterio de mi familia y a partir de ahí empecé a escribir».
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1540545-el-mapa-literario-de-america-latina