El pan de ayer

El hambre de ayer
o el apetito
no usó de este pan;
panadería,
bateas llenas
de cáscaras,
de migas.
Sobrevivió el pan
de ayer
a la comida.
Y la anciana
que día tras día
va en busca
del ayer,
del pan
que no quisieron,
que ha quedado
y que a mitad
del precio establecido
se lleva a la mesa
al mediodía.
Naufragio que apremia
en el equilibrio de comer
impronta de la vida.
Casi sin sueldo
y con pensión
de alquimia.
Con religiosa unción
pone el pan
sobre la servilleta limpia.
Y el pan que parte
sin quebrarse en las manos
sin crujir y sin migas,
reinicia el milagro
cada día.

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