Última hora de luz

No hay hora más riesgosa

que esta última hora de la tarde.

 

Algo se dibuja en todo lo que toca

que no sólo delata mi ausencia venidera

sino mi ausencia de siempre,

mi eterna ausencia actual,

los vacíos que anudan mi cuerpo compacto,

lo que jamás remontaré con las palabras,

lo mucho que deshice,

días inhabitados,

lo que ya no tolero recordar.

 

Sólo mis muertos vuelven mansos a esta hora.

Sólo ellos saben acercarse y repetir,

con sus voces consumidas,

que ser es siempre a medias;

fervor, estertor, haber podido a medias,

agotarse con las manos extendidas.

 

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