Del poema, nada. Llega, tiembla
y raspa un fósforo apagado.
¿Se le ve algo ? Nada. Tiende una
mano para aferrar
las olitas del tiempo que pasan
por la voz de un jilguero. ¿Qué
agarró ? Nada. La
ave se fue a lo no sonado
en un cuarto que gira sin
recordación ni espérames.
Hay muchos nombres en la lluvia.
¿Qué sabe el poema ? Nada.