Cuando nací me pusieron dos lágrimas en los ojos para que pudiera ver el tamaño del dolor de mi gente. Humberto Ak-Abal Entradas relacionadasFederico en su balcónviernes 12 octubre, 2012III ( La única ciudad para vivir y morir)lunes 20 mayo, 2013Las huellas del salvaje: Paul Gauguinlunes 5 noviembre, 2012 Entrada anteriorEl fuegoSiguiente entradaEl Bar