Cuando nací me pusieron dos lágrimas en los ojos para que pudiera ver el tamaño del dolor de mi gente. Humberto Ak-Abal Entradas relacionadasLibro digital, ese oscuro objeto del deseomartes 30 abril, 2013La Dama del Espejomartes 26 noviembre, 2013José Pedronilunes 3 septiembre, 2012 Entrada anteriorEl fuegoSiguiente entradaEl Bar