Pescador de estrellas

Había una vez, un señor que pescaba estrellas.

Su objetivo era  impreciso,  ya que él tenía un viejo colador, que cerrando un ojo lo levantaba en el cielo estrellado cada noche, para enfocar su estrella favorita.

Claro había otras estrellas a veces dar con una sola no era una tarea para nada sencilla.

¿Por qué las estrellas solitarias perecen más lejanas aunque brillan..?

Estarán vivas o muertas, veremos solo su brillo de millones de años, o habrán nacido cercanas más al inicio que a la despedida.

Pero este señor además llenaba de imágenes descubría y tenía el don de ver su color, su música, su alegría con tantas imágenes solía pintar más dorado el mediodía. Solía ponerle otros colores al amanecer y hasta sonrisas a la tristeza que percibía, no sólo en los viejos que vagaban en sus recuerdos, sino también a los niños, agobiados por la tarea escolar, o a las niñas que enamoradas no solían encontrar el niño que esperaban.

Pero el pescador de estrellas, estaba obsesionado por encontrar en las estrellas el milagro de mil sabores, en abundantes almuerzos y cenas multiplicadas por miles y que llegarán en un puente transparente, para evitar los contenedores de basura donde tanta gente buscaba su comida.

Pero cuando creyó que podía resolverlo la estrella madre le dijo; Puedes pescar la luz y la esperanza, puedes hacer que los viejos y los niños sonrían, pero la comida está en tu mundo, abunda, sobra y se tira.

Creo que debes apuntar al corazón de los hombres, a los que acumulan , a quienes están lejos de la piedad y tan cerca de la riqueza.

Creo  que puedes lograrlo.

Claro que lo creo, pero si lo consigues, tendrás una señal inconfundible, verás que los jardines florecerán en invierno y verás como brillan las estrellas, tanto de noche como de día.

 

Miguel Amado Tomé / 2013

 

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