El pasado no debe
desbordar el frágil vaso donde
el espíritu nada
como puede. Hay que haber si
la substancia buscada
de todo corazón tiene sombra,
árboles para descansar.
El día que llega pasó por
la rutina de los astros, dos mundos,
dos ruedas para que todo siga
contra la eternidad.
La luciérnaga que enciende la mano
calienta su secreto en secreto.
La flor del trigo y la
miel de la peña niegan los
oráculos lunares sin canto,
las sentencias del hambre. Se
desencadenó la tristeza
del año pasado con su parte inferior.
En un campo de rojo metales
hacen señas la pólvora y un rostro
que no quiere salir, habitan
la lengua sin libertad ni ejército
que vivía en un campo rosado.
Selección del libro El emperrado corazón amora, Tusquets Editores, Barcelona, y Seix Barral (Planeta), Buenos Aires, 2011.