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Si nos contentáramos
con el hombre primero
que nos fuera otorgado,
no debatiéramos la posibilidad
en cierne, que aparece
y se abre a cada paso.
Si nos quedáramos quietos
en esa quietud ya nuestra
sin intuir al ser más cercano,
hoy no podríamos con el devenir
conociendo el arcano de la palabra,
que son las que forjan la existencia.

Guillermo Ibáñez

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